20 FERROL. EL CRISTO DE LOS NAVEGANTES. EL CRISTO DEL BUEN VIAJE

 

EL MAR, LOS SANTOS Y LOS BARCOS DE PIEDRA

En las costas bañadas por el océano Atlántico, desde Galicia hasta Irlanda, son abundantes las leyendas de los santos llegados por mar. En muchos lugares de la geografía gallega se conserva la memoria histórica de la llegada a la costa de la Virgen María  y de ciertos santos a bordo de embarcaciones que luego se transforman en rocas de carácter mágico, los llamados “barcos de piedra”. Son los casos del Apóstol Santiago en Padrón, la Virgen de la Barca en Muxía y San Andrés de Teixido en Cedeira, incluso Santa Comba en la isla ferrolana de Covas.

 Existe también la tradición de que muchas imágenes religiosas fueron arrojadas al mar en las Islas Británicas durante la Reforma, siendo encontradas y llevadas a puerto por los marinos de barcos españoles. Relacionado con esta tradición está la extendida creencia popular en varios puertos gallegos de que los barcos se veían frenados en su salida de puerto, debido a que la imagen de Cristo transportada en el buque mostraba su deseo de no salir a la mar, siendo por lo tanto desembarcados en ese puerto.    

 LOS CRISTOS DEL MAR DE GALICIA

 Son numerosos los casos de las imágenes de Cristo de las que se dice que llegaron a Galicia directamente por mar y que hoy adornan los altares de las iglesias gallegas de lugares de la costa, donde ostentan el patronato de los navegantes y son objeto de la devoción popular.

 Uno de los más conocidos es el llamado Cristo de la Cadena, que preside el retablo del altar mayor de la cercana iglesia de Santa María de Neda. Se trata de una imagen de estilo gótico, de marcada anatomía, traída en barco desde Inglaterra a mediados del siglo XVI. Según la leyenda de su llegada, está encadenado al altar de la iglesia para evitar su huida.

 

     Cristo de la Cadena. Neda

Otras imágenes del Crucificado existentes en Galicia que se reputa llegaron por mar, son el Santo Cristo de Santa María de Fisterra, el Cristo de la Agonía de San Pedro de Muros, el Cristo de la Victoria de la Iglesia Colegiata de Vigo, el Cristo do Consolo de Cangas do Morrazo, el Cristo das Augas de A Guarda y el Santo Cristo de la Catedral de San Martiño de Ourense.  Varias de estas imágenes, de reconocida devoción en Galicia, son los que se muestran en las siguientes ilustraciones.

 


                                                                 Imágenes de Cristos del mar gallegos

 EL CRISTO DE LOS NAVEGANTES. SEÑAL DE IDENTIDAD DE FERROL VELLO

 Una imagen de gran devoción entre las gentes de mar de Ferrol es el Cristo de los Navegantes, que se encuentra en la iglesia de Nuestra Señora del Socorro, en el barrio marinero de Ferrol Vello, donde goza de gran predicamento. A esta imagen le  acompaña también una leyenda de tradición oral acerca de su llegada por mar durante el siglo XVII. Cuenta la tradición que un navío dedicado al transporte de sal tuvo que atracar en el puerto de Ferrol, donde entró maltrecho y con abundantes daños a causa de una galerna.

Una vez reparadas sus averías y habiendo mejorado el tiempo, el buque decidió hacerse de nuevo a la mar, pero cada vez que llegaba a la bocana de la ría ferrolana se desataban de nuevo los vientos, teniendo que volver a puerto. Al advertirse que rezumaban agua las tablas de la cubierta del buque, se retiró la carga y se descubrió la presencia de una imagen de Cristo, escondida entre la salmuera de las bodegas. Interpretando de esa manera el deseo del Cristo de quedarse en la villa, se depositó la imagen en la vieja iglesia parroquial.

Varios autores, con ligeras variantes en su exposición, han tratado sobre esta antigua leyenda ferrolana. Últimamente lo ha hecho una publicación sobre leyendas ferrolanas, obra de Esperanza Piñeiro y Andrés Gómez, ilustrada con imágenes del pintor ferrolano González Collado.

 


El Cristo de los Navegantes. J.M. González Collado

 La imagen del Cristo de los Navegantes es de reputada antigüedad, aunque está poco documentada. Para algunos historiadores realmente procede de una capilla de la antigua iglesia parroquial de San Julián, una de las pocas obras salvadas de la derribada iglesia de Ferrol Vello. Al construirse la iglesia del Socorro, esta talla de Cristo fue colocada en el altar lateral derecho del presbiterio.

 

El Cristo de los Navegantes. Primitiva imagen

La imagen de la iglesia parroquial de Ferrol Vello está considerada  una obra anónima datada el siglo XVII, una escultura de cierta sequedad y dureza formal, con una anatomía bien marcada y sin la menor complacencia estética. La imagen, que presenta buenas proporciones, tiene cierta expresividad dentro de su rusticidad, poseyendo las características del arte barroco popular.

Colocada sobre una cruz prácticamente sin adornos, casi en una forma de tau, aparece una imagen tradicional de un Cristo crucificado con tres clavos, musculoso y sufriente, representado como muerto, con las manos entreabiertas, la cabeza coronada de espinas, claramente ladeada a la derecha, y con el paño de pureza de abundantes pliegues atado al mismo lado. Un par de salvavidas y otros elementos marineros flanquean el altar del Cristo.

 LA IMAGEN PROCESIONAL DEL CRISTO DE LOS NAVEGANTES

 No obstante, la imagen que hoy sale en la procesión de la Semana Santa ferrolana es una talla que fue elaborada en Santiago el año 1949 por el escultor Enrique Carballido, una imagen que fue encargada para una mejor conservación de la escultura original conservada en la iglesia.

La nueva imagen de Cristo es un Crucificado también de tres clavos, con las manos abiertas y la cabeza coronada de espinas y caída al lado derecho como es tradicional, pareciendo estar más apoyada que colgada de la cruz. Se trata de una obra de cierto primitivismo y de un buscado patetismo, mostrando cierto parecido formal, incluso en la vestimenta y sus atributos, con las efigies de conocidos Cristos de las iglesias gallegas.

 


                                                    El Cristo de los Navegantes. Nueva talla procesional

 El Cristo de los Navegantes constituye una referencia histórica y una señal de identidad del barrio marinero de Ferrol Vello. En la tarde del Miércoles Santo recorre en procesión las calles del barrio en un paso que está adornado simbólicamente de rosas rojas y claveles amarillos, siendo acompañado de representantes de las cuatro marinas españolas: militar, mercante, pescadora y deportiva, además de numerosos vecinos de Ferrol.

La procesión, que transcurre acompañada de fieles a cara descubierta, ha pasado por diversas y discutidas alternativas en la responsabilidad de su organización, incluso se ha variado de forma poco adecuada su habitual recorrido histórico, lo que no impide que para muchos sea considerada la manifestación religiosa más sencilla y auténtica dentro de la variada Semana Santa de Ferrol, reflejando la tradición del más antiguo barrio de la ciudad.


                                                    Procesión del Cristo de los Navegantes. Ferrol  Vello

EL CRISTO DEL BUEN VIAJE

Al principio de la década de los años 2000 desapareció una imagen de Cristo crucificado, situada en una hornacina del muro de San Roque (hoy convento de las Esclavas), una artística talla en madera del siglo XVIII que con anterioridad había estado colocada enfrente, en otra hornacina de una casa de la calle San Francisco, donde hoy se alza el Parador de Turismo, marcando el límite entre Ferrol Vello y el barrio de la Magdalena. La imagen, muy arraigada en la religiosidad popular ferrolana, no llegó a recobrarse y en su lugar se colocó una moderna talla protegida por una reja metálica.

Según el historiador Ricardo Nores, la imagen desaparecida de la hornacina de San Roque era una obra del siglo XVIII que pertenecía a la capilla del Buen Viaje de Ferrol Vello, que  estaba adosada a la antigua Puerta del Castro de Ferrol Vello, un templo fundado por el obispo Juan Bermúdez de Mandiá a mediados del siglo XVII. Cuando se derribó la capilla, el conocido como Cristo del Buen Viaje fue llevado a la mencionada vivienda de la calle San Francisco. 

Cristo de San Roque. Imágenes antigua y actual

OTRAS IMÁGENES DE CRISTO EN FERROL

Otras imágenes de Cristo Crucificado de gran interés, muchas de ellas llevadas en procesión durante la Semana Santa de Ferrol, se pueden ver en diferentes templos de Ferrol. Además de las tallas de Cristo en la Cruz existen otras variadas representaciones de Cristo (Nazareno, Yacente, Ecce Homo, Resucitado, Descendimiento). Muchas de ellas, que fueron estudiadas por diferentes autores en publicaciones de la Semana Santa ferrolana como Arimathea y Ecce Homo, podrían ser objeto de un trabajo específico.   

Por su interés histórico se citan aquí otras dos imágenes de Cristo Crucificado. La primera de ellas pertenece a la Cofradía de las Ánimas del Purgatorio y estuvo muchos años expuesta en la antigua iglesia de San Julián de Ferrol Vello, siendo utilizada en tiempos pasados durante el acto solemne del Descendimiento que tenía lugar en la Praza Vella de Ferrol. Debido a ello la imagen, procedente de aquel templo y hoy colocada en el baptisterio de la Concatedral de San Julián, llevaba en sus hombros un curioso mecanismo de articulación.

La segunda de las tallas, el Cristo de la Buena Muerte, también conocido como Cristo de la Luz, es una obra del siglo XVII, considerado el Cristo más antiguo de Ferrol, de buen tamaño y elegante factura, que se encuentra en un altar lateral de la iglesia de la Orden Tercera. Procede de la capilla del Buen Viaje, templo del siglo XVIII que ya se indicó que estuvo adosado a la antigua Puerta del Castro.

Cristo de Ánimas. Cristo de la Buena Muerte

 

 

19 LAS ESCALERAS DE FERROL ESTAMOS SUBIENDO O BAJANDO ¿

 

Muchas veces se ha definido al natural de Galicia como una persona que te encuentras en una escalera y no sabes si está subiendo o está bajando. Las escaleras, tan necesarias en nuestro quehacer diario, han sido de siempre motivo de atención de nuestro refranero popular: “No mires más atrás o te caerás por las escaleras” o “Siempre habrá una escalera para poder subir al cielo”.

Los literatos también escriben sobre las escaleras. Así está la obra teatral de Buero Vallejo “Historia de una escalera” o la sentencia de Rudyad Kipling: “Cada día es un peldaño de la larga escalera de la vida”. También aluden a ella los poetas, como César Vallejo: “Confía en el antojo, no en el ojo; confía en la escalera, no en el peldaño”, o como Rafael Montesinos: “Lo que pude haber perdido, sentado en esa escalera que sube y baja al olvido”.

LAS ESCALERAS DE LOS EDIFICIOS DE FERROL

Las escaleras como singulares elementos arquitectónicos de la vida urbana tienen la función principal  de comunicar los pisos de los edificios y superar las diferencias de altura existentes en los espacios públicos. En muchas ocasiones añaden a su función práctica un carácter representativo y con este objeto se configuran en determinados edificios oficiales.

La artística Sala de Armas del Arsenal de Ferrol, una obra del arquitecto Sánchez Bort de mediados del siglo XVIII, que preside una hermosa plaza abierta al mar, dispone en su interior de una amplia y monumental escalera imperial de tres cuerpos, adornada con una espléndida barandilla de hierro de hermosos arabescos barrocos.


Sala de Armas del Arsenal. Detalle de la barandilla

Además de su aspecto práctico de acceso a los pisos principales, siempre elevados respecto al piso bajo de la entrada, debe considerarse el carácter de representación de la escalera que puede hacerla suntuosa. En el caso del palacio de Capitanía General, construido el siglo XVIII, dispone en su entrada por los jardines de Herrera de una artística escalera imperial con dos tramos en su parte alta. En este caso destaca la magnífica balaustrada de madera de caoba.

Por su parte el Gobierno Militar, situado en el antiguo edificio del Ayuntamiento y Cárcel Pública de la época de la Ilustración, el año 1946 incorporó en su interior una amplia escalera de honor de formas curvilíneas, dotada de peldaños de mármol y una balaustrada y pasamanos de hormigón imitando piedra.

Capitanía General (siglo XVIII). Gobierno Militar (siglo XX)

Del primer tercio del siglo XX, son las escaleras de acceso de dos edificios del centro urbano de Ferrol, de distinta concepción y de diferente estilo. En la calle Real, la entrada del modernista edificio del Casino Ferrolano se adorna con una corta escalera de mármol con una barandilla metálica, dando paso a una puerta de llamativo frontón, colocada entre columnas. De hechura diferente es la elegante y geométrica escalera de dos cuerpos de estilo racionalista perteneciente a la Residencia de Suboficiales de la plaza de la Puerta de Canido.

Casino Ferrolano (año 1925). Residencia de Suboficiales (año 1934)

Dos edificios ferrolanos de estilo modernista, ambos obra del arquitecto Rodolfo Ucha, son la antigua sede de El Correo Gallego, en la calle Magdalena, y la casa Pereira, en la calle María. Ambas construcciones disponen de dos llamativas escaleras, una de ellas, de forma espiral y material metálico, de uso interior en el edificio, y la otra, de formas más tradicionales, de acceso a los pisos de la vivienda.

Edificio El Correo Gallego (año 1912). Casa Pereira (año 1913)

Otra conocida obra de marcado carácter modernista, también de la autoría de Rodolfo Ucha, es el Chalet de Antón, un edificio singular destinado a vivienda unifamiliar, hoy convertido en Colegio. Muestra numerosos detalles modernistas, destacando el original mirador de planta hexagonal, elaborado de madera y colocado en una esquina. Se accede al primer piso del edificio por una elegante escalera exterior de peldaños de mármol y balaustrada de piedra.

      Chalet de Antón (año 1918)

Situándonos ya en los años finales del siglo XX encontramos dos escaleras de reciente construcción, situadas en el interior de dos edificios originales del siglo XVIII: la antigua Cárcel Pública y el antiguo Hospital de Caridad, hoy convertidos ambos en espacios de uso cultural. Para muchos es discutible tanto su estética como su posible adaptación al edificio.

Fundación ABanca. Centro Cultural Torrente Ballester (siglo XX)

En otro orden de cosas, al contrario de lo que se puede ver en otras localidades, Ferrol no dispone de escaleras o escalinatas dignas de mención, tanto en edificios religiosos (iglesias o monasterios) como en plazas o lugares urbanos.

Sin embargo, pese a su procedencia de ciudad de la Ilustración, debe destacarse la presencia en Ferrol de los llamados Patines, las tradicionales escaleras exteriores de las viviendas gallegas, que aún podemos ver en edificios conocidos del barrio de Esteiro y del barrio de Canido.

Casa del Patín. Biblioteca Universitaria. Esteiro (siglo XVIII)

La llamada precisamente Casa del Patín es un amplio y singular edificio de mediados del siglo XVIII, levantado en la calle Mendizábal del barrio de Esteiro. Construido con sillares de granito, tuvo un uso inicial como vivienda, poseyendo tres plantas y un ático añadido posteriormente. Conserva una magnífica escalera de patín en uno de los laterales de su fachada, habiendo sido  acertadamente rehabilitada para Biblioteca de la Universidad de Ferrol.


 

Casa del Patín y Casa del Pobre. Canido. Grabados de Julio Ferrín

Otras dos construcciones poseedoras de esta tradicional escalera gallega se encuentran situadas en Canido, el barrio alto de la ciudad. Al final de la calle Alegre está la Casa del Patín, hoy abandonada y con su patín de entrada en mal estado. En la mitad de la misma calle Alegre está la Casa del Pobre, otro ejemplo de degradada construcción popular. En ambos casos los grabados de Julio Ferrín nos muestran su descuidado estado actual.

 







18 FERROL DE LA ILUSTRACIÓN. LOS BALUARTES DEL RECINTO FORTIFICADO

 


EL RECINTO FORTIFICADO DE FERROL. AÑOS 1769 A 1774

Descartados por diversas circunstancias los anteriores proyectos del recinto defensivo de Ferrol, Francisco Montaigú (año 1732), Miguel Marín (año 1753) y Sánchez Bort (año 1765, el día 25 de Abril de 1769 se colocó la primera piedra de la nueva muralla defensiva de la ciudad, una obra proyectada por Francisco Llobet, Ingeniero Director del Reino de Galicia, El recinto defensivo, con un perímetro total de 6.856 metros, tuvo un presupuesto inicial de unos 5.500.000 reales de época, incluyendo los gastos de material, la compra de terrenos y los gastos de personal. En Septiembre de 1769 Dionisio Sánchez de Aguilera se hizo cargo de las obras, que quedaron rematadas en Agosto de 1774.

 

                                                                         Dionisio Sánchez de Aguilera

El recinto defensivo se dividía en cuatro zonas: la primera unía el Arsenal Militar y el Astillero; la segunda incorporaba las defensas interiores del Astillero; la tercera defendía la zona terrestre entre las ensenadas de Caranza y A Malata y la cuarta protegía la zona marítima entre la ensenada de A Malata y el muelle de Curuxeiras. Previamente se había llevado a cabo la fortificación de la dársena del Arsenal por parte de la Armada. 

La fortificación terrestre, además de ocho baterías repartidas entre sus extremos de Caranza y Curuxeiras, disponía de siete baluartes intermedios: los de San José, del Rey, del Príncipe, del Infante, de San Carlos, de Santiago y de A Malata. La muralla, que carecía de foso defensivo, era una construcción sencilla a base de pizarra y mampostería, mientras que las baterías eran muy simples, disponiendo la artillería al descubierto, y los baluartes estaban elaborados con sólida cantería en su frente y se dotaban de más de 100 cañones, almacenes de pólvora, cuerpos de guardia y unos pequeños fosos protectores.

La posterior construcción a partir de principios del siglo XX del Cuartel de Infantería, posteriormente llamado Sánchez de Aguilera, los sucesivos planes urbanísticos de la ciudad de Ferrol y la expansión de la empresa Navantia, originaron que apenas quedasen escasos restos importantes de la fortificación defensiva de la ciudad, una construcción que no supo conservarse como parte de su patrimonio histórico.

                                      

                                                        Recinto fortificado de Ferrol. Siglo XVIII

Mientras que se perdieron  las baterías, en lo que se refiere a los baluartes del amplio recinto defensivo que rodeaba Ferrol, apenas se conservan hoy el Baluarte del Infante, reformado durante el siglo XIX y hoy convertido en el Archivo Militar del Noroeste, en la avenida del Rey; el Baluarte de Santiago, medianamente restaurado, en el barrio de Canido; y el Baluarte o Batería de San Juan, convertida en parque público en el muelle de Curuxeiras, siendo hoy las dos últimas construcciones de propiedad municipal.

EL BALUARTE DEL INFANTE. AVENIDA DEL REY

El Baluarte del Infante es el mejor conservado de los siete que se integraban en el recinto amurallado de Ferrol. Se accede a su interior a través de una amplia rampa que conduce a una plataforma elevada donde se asentaba la batería artillera. En el interior dispone de dos cuerpos de traza longitudinal donde se integran las oficinas y de una zona ajardinada donde se encuentra el actual edificio para uso de los  investigadores.

A partir del año 1884 el Baluarte del Infante alojó el recién creado Batallón de Artillería de la plaza. Tras su remodelación y ampliación, desde el año 1902 fue el acuartelamiento del Regimiento de Artillería Antiaérea número 72, hasta su traslado el año 1988 al Cuartel Sánchez de Aguilera. Finalmente, fue acondicionado en Mayo de 1996 como Archivo Intermedio Militar del Noroeste, custodiando la documentación perteneciente a las antiguas Capitanías Generales de Valladolid, Burgos y La Coruña.  

Tanto la zona interior del Baluarte del Infante, que hoy se encuentra en uso como Archivo Militar y lugar de consulta para investigadores, como el exterior de su frente principal que da hacia la Avenida del Rey, se encuentran perfectamente cuidados y en buen estado de conservación.

Todo lo contrario ocurre con la parte trasera del baluarte, la zona que mira hacia el Paseo de la Estación, uno de los lugares de entrada de visitantes a la ciudad, que se encuentra con la vegetación y la hiedra cubriendo parte de los muros, los hojas de los árboles sin podar ocultando su visión, un antiestético cierre colocado paralelo a la acera del Paseo y una abundante cantidad de escombros a su alrededor, que debiera retirarse.

 

Baluarte del Infante. Vista aérea



                                                             Baluarte del Infante. Vistas frontal y trasera

Realmente curiosos, y desde luego antiguos, parecen los esquemáticos dibujos mostrados en un conjunto de losas colocadas en una rampa interior de subida a las oficinas del Archivo Militar. Entre las diversas teorías sobre su origen está la de que se trata de lápidas funerarias representando de modo simbólico a las personas enterradas en la antigua iglesia de San Julián.

                                                                       Losas de la rampa de subida

El BALUARTE DE SAN JUAN. MUELLE DE CURUXEIRAS

El Baluarte de San Juan es uno de los restos más importantes que hoy quedan del recinto defensivo de Ferrol. Aunque las obras de acceso del ferrocarril al puerto de Curuxeiras y Arsenal militar le hicieron perder parte de su volumen original, sorprende por la gran altura y envergadura de sus muros, conservando una llamativa garita esquinal.

 




 Baluarte de San Juan. Garita esquinal. Vista del puerto de Ferrol

Al pasar a propiedad municipal el Baluarte de San Juan fue convertido en un parque público, aunque hoy en día sus jardines, las especies arbóreas, su pavimento y la garita esquinal se encuentran descuidados. Su mejor cualidad es la de ser un magnífico mirador sobre el puerto de Ferrol, ofreciendo una completa panorámica del puerto deportivo y de la otra banda de la ría de Ferrol. Acoge en su interior un monumento del escultor Guillermo Feal sobre la batalla de Brión y un pequeño recinto utilizado como sede del Grupo de Scouts de Ferrol.

 En el contexto de la guerra entre Inglaterra y España, aliada de Francia por el Tratado de San Ildefonso, los ingleses atacaron Ferrol los días 25 y 26 de Agosto de 1800. La fuerza británica, al mando del almirante Warren y el general Pulteney, compuesta de veinte buques de guerra y ochenta buques de transporte, desembarcó unos 10.000 hombres, entre las playas de Doniños y San Jorge.

Fuerzas del Ejército de Tierra y de la Armada, unidas a los propios vecinos, se enfrentaron a los invasores en las alturas de Brión, defendiendo A Graña y el castillo de San Felipe. Al amanecer del día 26 el conde de Donadio al mando de las tropas españolas y las milicias civiles, consiguió que al mediodía se iniciase la retirada inglesa, tras la pérdida de 1.200 hombres, abandonando la tarde de ese día las aguas ferrolanas.


Monumento a la batalla de Brión. Años 2010 y 2020

 El año 1978 el escultor local Guillermo Feal talló en granito un monumento alegórico, levantado en el Baluarte de San Juan, recordando la batalla de Brión, donde aparecen representados de forma conjunta una serie de diferentes atributos, tanto las armas militares como los útiles de trabajo de la gente del campo y de la mar, simbolizando la unión de los defensores de Ferrol.

El año 2000 se colocó en el Baluarte de San Juan una placa recordando la celebración del segundo centenario de la batalla de Brión. Siguiendo la pauta habitual de descuido hacia nuestro Patrimonio Cultural, de la misma forma que el monumento alegórico se encuentra hoy descuidado e invadido por las hiedras, la placa ha desaparecido de su lugar de colocación.

                                                                          Placa conmemorativa

EL BALUARTE DE SANTIAGO. BARRIO DE CANIDO

Otros de los escasos restos que se conservan del recinto defensivo de la ciudad lo constituye el Baluarte de Santiago levantado en Canido. Hoy en día, dando frente a la calle Navegantes, queda una parte del antiguo baluarte, que conserva sus troneras, sobresaliendo del encuentro de dos lienzos de la antigua muralla del recinto.

Los restos del Baluarte de Canido que hoy pueden verse muestran la escasa calidad de la construcción, donde la sillería muchas veces fue sustituida por mampostería. Con sus murallas descuidadas e invadidas por la maleza y solo medianamente restaurado en su utilidad de parque público, al menos ofrece una amplia visión panorámica de la ensenada da la Malata.



Restos del Baluarte de Santiago. Canido

Estos tres baluartes presentan una serie de disfunciones que deben resaltarse. Además del descuido de la zona trasera del Baluarte de Infante, los Baluartes de San Juan y de Santiago sufren la falta de atención municipal, por lo que muchas veces son algunas Asociaciones de Vecinos y Culturales de la ciudad las que tienen que proceder a su mantenimiento y limpieza.

 

17 LAS PUERTAS DE TIERRA Y MAR DEL RECINTO AMURALLADO DE FERROL DE LA ILUSTRACIÓN

 

 

 

LA MURALLA Y EL RECINTO FORTIFICADO DE FERROL EN EL SIGLO XVIII

 Según diversos historiadores, en época medieval la villa de Ferrol Vello estaba rodeada de un sencillo muro defensivo de forma irregular, construido a lo largo de diferentes épocas. A partir del año 1762 se inició la fortificación de Ferrol de la Ilustración, construyéndose en primer lugar el muro defensivo de la dársena del Arsenal, bajo la dirección del ingeniero Sánchez Bort, siendo realmente una línea fortificada dotada de una batería artillera.

 Entre los años 1769 y 1774 se construyó  la muralla defensiva de la nueva ciudad de Ferrol. Iniciada en enero de 1769, por Francisco Llobet, ingeniero del Reino de Galicia, muy pronto, el 30 de septiembre de ese año, se hizo cargo de la obra Dionisio Sánchez de Aguilera, ingeniero del Estado Mayor de la plaza de Ferrol, quedando rematado el recinto en  agosto de 1774.

  

 


Dirección de obra. Sánchez de Aguilera. 30 septiembre 1769

El recinto se dividía en cuatro partes: la primera enlazaba el Arsenal y el Astillero; la segunda incorporaba las defensas interiores del Astillero; la tercera se extendía entre las ensenadas de Caranza y A Malata, defendiendo la nueva población; la cuarta unía la ensenada de A Malata con el muelle de Curuxeiras. Las cuatro citadas partes del recinto se pueden apreciar en el plano que se acompaña del recinto fortificado de Ferrol.

 


El recinto fortificado de Ferrol

 El recinto defensivo de mayor longitud unía las ensenadas de Caranza y A Malata, consistiendo en un muro de unos 4 metros de altura, construido a base de mampostería y pizarra, dotado de aspilleras para fusilería. Un conjunto defensivo de forma casi recta y 3.200 metros de longitud, que cerraba la nueva ciudad.

A título de información se muestra como era el recinto defensivo en la plaza de España, una vez que, con motivo de las amplias obras de remodelación de dicha plaza, una parte del lienzo de la muralla quedó visible el año 2010. Sin embargo, el Ayuntamiento de esa fecha en vez de proteger con una lámina plástica protectora que conservase visible esos restos históricos, como es práctica habitual en otros lugares más respetuosos con el Patrimonio Histórico, escondió de forma definitiva esos restos tapándolos con cemento.

 


Plaza de España, año 2010. Restos visibles de la muralla y una vez lapidados con cemento

Este amplio recinto amurallado incorporaba dos baluartes en sus extremos, los de Caranza y A Malata y cinco baluartes intermedios, los del Rey, del Príncipe, del Infante, de San Carlos y de Santiago. De estos baluartes se encuentra hoy en regular estado el baluarte de Santiago en el barrio de Canido y ha estado sometido a una amplia reforma el baluarte del Infante, convertido en el actual Archivo Militar del Noroeste. 

Se abrían dos puertas terrestres hacia el  exterior, la Puerta de Canido y la Puerta de Caranza, que comunicaban con los entonces caminos que llevaban a Catabois y Caranza, ambas desaparecidas. A estas puertas se agregó el año 1811 la tercera de las puertas terrestres, la Puerta Nueva, que se convirtió en la entrada a la ciudad desde la Carretera de Castilla.

El recinto defensivo de la zona marítima que unía la ensenada de A Malata  con el muelle de Curuxeiras, se adaptaba a la línea de costa, disponiendo de la Puerta de mar de Curuxeiras, hoy desaparecida, y de tres baluartes, Rabo de Cadela, San Joaquín y San Juan, conservándose el último de ellos situado en la parte alta del muelle de Curuxeiras.  

El recinto defensivo construido entre las zonas del Arsenal y el Astillero disponía de dos puertas, la Puerta de mar de San Fernando y la puerta de mar Fontelonga, que se abrían a los respectivos muelles y embarcaderos, hoy desaparecidos. La parte del recinto defensivo correspondiente al Astillero disponía en el siglo de tres baterías, San Antonio, San Luis y San José, igualmente hoy desaparecidas.   

En líneas generales, el recinto o muralla defensiva de Ferrol, con una longitud de 5750 metros, tenía un trazado prácticamente rectilíneo, estaba dotada de 160 cañoneras y más de 3500 aspilleras o troneras para fusilería. Prácticamente carente de foso defensivo exterior, la muralla estaba construida de mampostería de pizarra y granito con escasa presencia de sillería, las baterías estaban regularmente artilladas y, en general, tenía graves carencias defensivas.  

LAS PUERTAS DE TIERRA

De las puertas de tierra del recinto se acompaña una muestra gráfica de la Puerta Nueva en el siglo XIX, tal como aparece reproducida en la Historia de Ferrol de José Montero Aróstegui. De esta puerta, que en su día dio nombre a la actual Plaza de España, se construyó una moderna reproducción, situándola en la entrada de la ciudad por la Avenida de As Pías.

 


Puerta Nueva. Mediados del siglo XIX. Reproducción de finales del sjglo XX

LAS PUERTAS DE MAR

De las tres puertas de mar que disponía el recinto fortificado solo quedan un conjunto de interesantes restos de la Puerta de Mar de Fontelonga, situados en la parte trasera del Cuartel de Dolores, actual sede del Tercio Norte de Infantería de Marina, donde se encuentran perfectamente protegidos.

Desaparecido el muelle al que se accedía desde el antiguo Cuadro de Esteiro, la Puerta de Fontelonga consistía en una portada de acceso dotada de una garita cupulada, una amplia caja de escaleras dobles con una rampa central descendente hacia el mar, todo ello construido de cantería, y un amplio y llamativo arco rampante de doble estribo a modo de arbotante, también de sillería de granito y con una luz de 8 metros, estando el artístico conjunto, actualmente visitable, conservado en buen estado.

 




Puerta de Mar de Fontelonga. Arco estribado, rampa de bajada y garita defensiva

Para la obra de la muralla y recinto defensivo de la ciudad vinieron a trabajar en Ferrol numerosos canteros y pedreros, tanto gallegos como portugueses, que fueron objeto de la atención de los romances populares:

              Os canteiros vanse, vanse,                            Os canteiros vanse, vanse,

pola porta de Canido:                                     pola porta de Caranza:

¡qué malos demos os leven!                         ¡qué malos demos os leven!

¡canto pan levan comido!                             ¡canto pan levan na panza!