LA MURALLA Y EL RECINTO FORTIFICADO DE FERROL EN EL SIGLO XVIII
Dirección de obra. Sánchez de Aguilera. 30 septiembre 1769
El recinto se dividía en cuatro
partes: la primera enlazaba el Arsenal y el Astillero; la segunda incorporaba
las defensas interiores del Astillero; la tercera se extendía entre las
ensenadas de Caranza y A Malata, defendiendo la nueva población; la cuarta unía
la ensenada de A Malata con el muelle de Curuxeiras. Las cuatro citadas partes
del recinto se pueden apreciar en el plano que se acompaña del recinto
fortificado de Ferrol.
El recinto fortificado de Ferrol
A título de información se muestra como era el recinto defensivo en la plaza de España, una vez que, con motivo de las amplias obras de remodelación de dicha plaza, una parte del lienzo de la muralla quedó visible el año 2010. Sin embargo, el Ayuntamiento de esa fecha en vez de proteger con una lámina plástica protectora que conservase visible esos restos históricos, como es práctica habitual en otros lugares más respetuosos con el Patrimonio Histórico, escondió de forma definitiva esos restos tapándolos con cemento.
Plaza de España, año 2010. Restos visibles de la muralla y una vez lapidados con cemento
Este amplio recinto amurallado incorporaba
dos baluartes en sus extremos, los de Caranza y A Malata y cinco baluartes
intermedios, los del Rey, del Príncipe, del Infante, de San Carlos y de
Santiago. De estos baluartes se encuentra hoy en regular estado el baluarte de
Santiago en el barrio de Canido y ha estado sometido a una amplia reforma el
baluarte del Infante, convertido en el actual Archivo Militar del
Noroeste.
Se abrían dos puertas terrestres hacia el exterior, la Puerta de Canido y la Puerta de Caranza, que comunicaban con los entonces caminos que llevaban a Catabois y Caranza, ambas desaparecidas. A estas puertas se agregó el año 1811 la tercera de las puertas terrestres, la Puerta Nueva, que se convirtió en la entrada a la ciudad desde la Carretera de Castilla.
El recinto defensivo de la zona marítima que unía la ensenada de A Malata con el muelle de Curuxeiras, se adaptaba a la línea de costa, disponiendo de la Puerta de mar de Curuxeiras, hoy desaparecida, y de tres baluartes, Rabo de Cadela, San Joaquín y San Juan, conservándose el último de ellos situado en la parte alta del muelle de Curuxeiras.
El recinto defensivo construido entre las zonas del Arsenal y el Astillero disponía de dos puertas, la Puerta de mar de San Fernando y la puerta de mar Fontelonga, que se abrían a los respectivos muelles y embarcaderos, hoy desaparecidos. La parte del recinto defensivo correspondiente al Astillero disponía en el siglo de tres baterías, San Antonio, San Luis y San José, igualmente hoy desaparecidas.
En líneas generales, el recinto o muralla defensiva de Ferrol, con una longitud de 5750 metros, tenía un trazado prácticamente rectilíneo, estaba dotada de 160 cañoneras y más de 3500 aspilleras o troneras para fusilería. Prácticamente carente de foso defensivo exterior, la muralla estaba construida de mampostería de pizarra y granito con escasa presencia de sillería, las baterías estaban regularmente artilladas y, en general, tenía graves carencias defensivas.
LAS PUERTAS DE TIERRA
De las puertas de tierra del recinto se acompaña una muestra gráfica de la Puerta Nueva en el siglo XIX, tal como aparece reproducida en la Historia de Ferrol de José Montero Aróstegui. De esta puerta, que en su día dio nombre a la actual Plaza de España, se construyó una moderna reproducción, situándola en la entrada de la ciudad por la Avenida de As Pías.
Puerta Nueva. Mediados del siglo XIX. Reproducción de finales del sjglo XX
LAS PUERTAS DE MAR
De las tres puertas de mar que disponía el recinto fortificado solo quedan un conjunto de interesantes restos de la Puerta de Mar de Fontelonga, situados en la parte trasera del Cuartel de Dolores, actual sede del Tercio Norte de Infantería de Marina, donde se encuentran perfectamente protegidos.
Desaparecido el muelle al que se accedía desde el antiguo Cuadro de Esteiro, la Puerta de Fontelonga consistía en una portada de acceso dotada de una garita cupulada, una amplia caja de escaleras dobles con una rampa central descendente hacia el mar, todo ello construido de cantería, y un amplio y llamativo arco rampante de doble estribo a modo de arbotante, también de sillería de granito y con una luz de 8 metros, estando el artístico conjunto, actualmente visitable, conservado en buen estado.
Para la obra de la muralla y recinto defensivo de la ciudad vinieron a trabajar en Ferrol numerosos canteros y pedreros, tanto gallegos como portugueses, que fueron objeto de la atención de los romances populares:
pola
porta de Canido: pola porta de Caranza:
¡qué
malos demos os leven! ¡qué
malos demos os leven!
¡canto
pan levan comido! ¡canto pan levan na panza!
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