83 UN PERSONAJE DE FERROL: FRANCISCO SUÁREZ. LA TOPONIMIA LOCAL

 

Un personaje de gran interés en el Ferrol del siglo XIX fue Francisco Suárez García, hijo del procurador Antonio Suárez y de María García. Nacido en la calle de la Iglesia el 31 de marzo de 1827, fue periodista, escritor, alcalde de Ferrol y Diputado a Cortes en la Primera República. Ingresó en el Cuerpo de Pilotos de la Armada, embarcando el año 1845 en la fragata Perla. Al disolverse el Cuerpo de Pilotos el año 1848, la fragata Perla navegaba por el Río de la Plata, desembarcando Francisco Suárez en Montevideo, empleándose en la empresa comercial Gradin.

Pronto se trasladó a Corrientes en Argentina, donde el año 1854 Suárez García publicó el libro “Poesías Sagradas”, dedicado al general Juan Pujol, gobernador de la provincia argentina de Corrientes, que le nombró alcalde de la localidad de Goya y lo situó al frente de la Comisión de Colonización, ocupándose de facilitar el trabajo de los emigrantes españoles.

                                                      Retrato de Francisco Suárez

A partir del año 1855 se dedicó al periodismo, como redactor del Diario de Corrientes, La Opinión y El Comercio, ejerciendo diferentes cargos públicos en varios departamentos económicos argentinos. El año 1857 Francisco Suárez fue nombrado Director de Instrucción Pública de la República Argentina, escribiendo el libro “Tratado de Puntuación y Ortografía”, obra de uso obligatorio en las escuelas argentinas. Después de acceder el año 1858 a la Secretaría de Gobierno del Presidente Justo José de Urquiza, fue nombrado  secretario de la Legación Argentina en París, regresando el año 1860 a Ferrol.

A su llegada convalidó en la Escuela Normal de Santiago los estudios realizados antes del viaje a Argentina, estableciendo en Ferrol una academia de enseñanza. El año 1861 publicó la novela “Los guaraníes” o “La Cruz milagrosa”, recuerdo de su estancia en el Río de la Plata. El año 1862 publicó en el Álbum de la Caridad coruñés el poema “Dios y tú”. El año 1863 publicó la novela “Los Demócratas” o “El Ángel de la Libertad” y el año 1866 la obra dramática “El honor español”. El año 1867 adquirió la imprenta de Nicasio Taxonera, que pasó llevar su nombre. En la imprenta se editó el diario El Eco Ferrolano que Francisco Suárez dirigió hasta el año 1873.  


                                           Necrología. Santiago de la Iglesia. Año 1900

Francisco Suárez militó en el republicanismo federal, siendo el primer  presidente del Comité del Partido Republicano en Ferrol. En octubre de 1868, al iniciarse el sexenio revolucionario tras el pronunciamiento contra la monarquía por parte de la Armada, fue nombrado alcalde de la ciudad. Como alcalde tomó varias medidas, tales como la abolición del sistema de quintas para el servicio militar o la institución del matrimonio civil.

Su rechazo de la Constitución española del año 1869 trajo consigo la destitución por parte del Gobierno Civil de la Corporación municipal que presidía. Durante ese período fue de gran importancia la creación por parte de Francisco Suárez de una Cooperativa progresista en apoyo de los obreros de la Maestranza, muchos de ellos despedidos por su rechazo a dicha Constitución. En septiembre de 1871 fundó el semanario El Trabajo, subtitulado Órgano de la Asociación de Trabajadores de Ferrol.

El año 1869 comenzó su evolución hacia la francmasonería, primero integrado en la logia herculina con el nombre simbólico de Silvio y más tarde en la logia La luz de Fisterre, posiblemente fundada en Ferrol por el propio Francisco Suárez. Mientras tanto, el año 1872 el político ferrolano fue nombrado Presidente de la Junta Revolucionaria formada con motivo de la sublevación armada del brigadier Bartolomé Pozas, que proclamó la República Federal en octubre de ese año. El sometimiento de los sublevados por el general Sánchez Bregua, obligó a Francisco Suárez a huir a Madrid, donde estuvo presente en la proclamación de la I República en febrero de 1873.










El Eco Ferrolano. Año 1866





Tras la correspondiente amnistía volvió a Ferrol, siendo elegido en junio del año 1873 diputado en Cortes, militando en el ala izquierda del partido republicano. En junio de 1875 volvió a poner en marcha su imprenta ferrolana de la calle Sinforiano López. Tras la Restauración monárquica, fue desterrado de Ferrol en agosto de 1875, primero a Oporto y  luego a París, donde tras diversos contactos con Salmerón y Ruiz Zorrilla, el año 1877 refundó un partido republicano de carácter radical.

De regreso a Ferrol en febrero de 1877 tuvo un importante protagonismo en la vida cultural y política de la ciudad. El año 1879 fue uno de los fundadores del primer Ateneo ferrolano y el año 1884 fue nombrado vicepresidente de la Comisión de Reformas Sociales de Ferrol. El año 1885 fundó el periódico La Democracia, que dirigió hasta el año 1896. Ese año 1895 estalló un grave conflicto social en Ferrol dada la noticia que el crucero Infanta Elena sería reparado en Bilbao; con ese motivo Francisco Suárez y los miembros de la Junta de Defensa de los Intereses de Ferrol ingresaron en la cárcel.

Ediciones antiguas (año 1900) y modernas (año 2000) de Grandal y Los Invasores

El año 1897 se publicaron las dos obras que le dieron mayor fama: “Los invasores” (que había sido editado por entregas varios años antes) y “Grandal”, su novela más popular. La primera de ellas trata de la batalla de Brión del año 1800 contra los ingleses, un tema que fue tratado por numerosos escritores, desde Nicolás Fort a Miguel Ángel Fernández. La segunda de las obras (que también había sido editada en fascículos) trata sobre un mítico personaje ferrolano, trabajador de los astilleros y natural de Serantes, que se caracterizaba por su fuerza hercúlea.

Francisco Suárez García falleció el  15 de marzo de 1900, siendo enterrado en una sentida manifestación de duelo en el cementerio de Canido, siendo trasladados sus restos el año 1967 al cementerio municipal de Catabois. Su vida y obra fue tratada en primer lugar por Santiago de la Iglesia en 1900 (el año de su muerte), haciéndolo posteriormente Esperanza Piñeiro, Guillermo Llorca, Bernardo Máiz, Guillermo Escrigas y Juan J. Burgoa.

                                                         

                                                                Tirando a dar

Ferrol, a falla de respecto pola toponimia urbana

O Concello de Ferrol puxo o nome de Francisco Suárez a unha rúa da cidade, que máis tarde cambiou a rúa da Terra. Nos nomes das rúas, prazas e lugares característicos das nosas cidades e pobos debería quedar gravada a memoria histórica e a pegada dos nosos devanceiros. Sobre este tema xa se pronunciara a Real Academia da Lingua Galega, nunhas recentes Xornadas celebradas en Pontevedra, afondando sobre o uso da toponimia tradicional nas rúas e rueiros, recuperando o antigo costume de poñer estes nomes a estas vías.

A Lei do Patrimonio Cultural de Galicia define a toponimia tradicional como unha parte do patrimonio inmaterial galego, tendo a Administración local o deber de protexela. Débese conservar e estudar estes topónimos para coñecer quen somos e de onde vimos. A toponimia non soamente ten un importante papel para a investigación histórica, se non que é unha ferramenta que permite ás persoas facer propio o mundo próximo, conservando na memoria as referencias da contorna.  

        Lume Boo

Nese tema do respecto e conservación da toponimia tradicional das rúas e lugares, a cidade de Ferrol é un mal exemplo. Non só os dirixentes da época franquista, se non tamén os responsables dos partidos políticos do seguinte período democrático (esquerda, dereita e nacionalistas), fixeron unha apropiación indebida dos nomes dos espazos públicos, cun ostensible manexo político dos cambios levados a cabo.

Tódalas variantes desta retorta utilización da toponimia pódense ver en Ferrol. Non embargantes, algunhas rúas e prazas de Ferrol conservan o seu antigo nome: volveu a rúa da Terra, seguen os calexóns das Hortas e do Cuco, e a praza do Carbón. Pola contra outras perderon o seu nome: rúa dos Mortos (por onde subían os enterros ao cemiterio), rúa do Olvido (por mor da presenza da cárcere municipal), rúa do Hospital, rúa Travesa de Canido, ou Cantón das Delicias (hoxe Cantón de Molíns).

   

   

                    Callejón de las Huertas                               Aldea de Canido

En Ferrol atopamos axeitados casos de recuperación de nomes tradicionais: Carretera de Castilla, rúa Real ou rúa San Francisco. Noutras ocasións foron inventados pola simple unión de dous nomes: Carmen Curuxeiras. Noutro caso Canalejas transformouse en Magdalena, mentres algunhas rúas conservan as placas con dous nomes: Eduardo Ballester e Euskadi. Algún intrépido periodista debería facer un estudo completo da toponimia desta cidade.

                                                      Nome antigo e moderno

Temos o tamén o caso dos nomes de edificios como o Ateneo Ferrolán, no seu día chamado Centro Cultural Concepción Arenal na vez de Carvajal de Castro, nome do seu propietario; o Centro Cultural Municipal, nomeado Torrente Ballester na vez do seu construtor, Sánchez de Aguilera; o a Antiga Cárcere, logo Casa do Concello, que hoxe leva o pouco axeitado nome da sede dunha fundación bancaria.

Hai outros casos: a Praza de Armas, hoxe sometida a unha arrepiante reforma, inaugurouse o ano 1807 con ese nome, que contou sempre co apoio popular a pesares de ser máis tarde chamada praza do Carmen, de Churruca e do marqués de Alborán. Mesmo fai pouco tempo unha mente pensante da Corporación Municipal quixo chamala praza Concepción Arenal.

       Praza de Armas

A toponimia do barrio de Canido

En Ferrol, o barrio alto de Canido é un caso especial de abondosos topónimos e, ao mesmo tempo, de descoido da conservación da súa toponimia orixinal. Deixando aparte o seu propio e discutible nome, para uns procedente de Casal de Anido ou e para outros de “lugar de canas silvestres”, nas súas rúas e prazas pódense ver vellos e suxestivos topónimos que lembran a súa historia.

A riqueza toponímica de Canido é evidente. Ben trátese de prazas:  Praza da Tafona, Porta de Canido ou Praza do Cruceiro; ben sexan rúas: Cangrexeiras, Muíño de Vento, Navegantes, A Marola, Camiño da Fonte, Alegre (cecais os que volvían do cemiterio?), Estrela (quizais unha presenza xudea?), Miramar, Maiola (“castaña pilonga”), Atocha ou Costa do Raposeiro; mesmo nomeando os lugares singulares do barrio: Aldea de Canido, Lume Boo, Fonte de Insua, Corral de Chapón, Casa do Pobre, Casa do Xílgaro, Brisas de Canido ou Vila Campa.

Cecais algún día Canido, que de sempre conxugou de maneira intelixente Tradición e Modernidade, atope o axeitado camiño no estudo da súa toponimia. deixando de facer experimentos e inventos como os que nas derradeiras datas se están a facer no barrio alto da cidade. Quizais poderían nomear unha rúa do Xabarín, polo cada maior número destes exemplares que visitan o barrio.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario