76 UN EPISODIO DE FERROL DE LA ILUSTRACIÓN. LA VISITA DEL CURA DE FRUIME

 

Uno de los clérigos ilustrados que visitó Ferrol fue Diego Cernadas y Castro, conocido como el Cura de Fruime, nacido en Santiago de Compostela el año 1702. El Cura de Fruime fue un ingenioso erudito, un desigual literato y un incansable versificador en lenguas castellana y gallega. Gran amante de Galicia y todo lo que representaba, escribió tratados históricos, no siempre del debido rigor, obras teatrales y poesía, normalmente de género satírico y jocoso, siempre manteniendo la defensa de los intereses de su tierra. Polemizó con numerosos personajes, siendo de gran interés sus controversias sobre temas históricos con los padres Mariana y Flórez.

Tras el viaje realizado a Ferrol, el año 1754 publicó en la librería de Joseph García Laura de Madrid un opúsculo poético que tituló “Real de Esteyro. Poema heroyco joco-serio a los doce navíos que se están construyendo de orden de su Real Magestad”, utilizando como seudónimo el anagrama de Jacobo Sandacer y Torcás, natural de Galicia, Clérigo de Menores. Muerto su autor, el poema se reprodujo en el tomo I de las “Obras en prosa y verso del Cura de Fruime”, editadas en siete tomos en la imprenta de Joachin Ibarra de Madrid el año 1778. 


                                                          El Cura de Fruime. Museo de Pontevedra

Apenas hay referencias ni constancia exacta de la fecha de la visita realizada a Ferrol por el Cura de Fruime pero se sabe que fue durante la construcción de los buques del Apostolado, en todo caso antes del año 1754, año en que publicó el citado opúsculo. Diego Cernadas durante cuarenta y siete años ejerció de cura párroco de San Martín de Fruime, en el municipio de Lousame, siendo una persona poco aficionada a viajar y que nunca se trasladó fuera de Galicia.

Su viaje a Ferrol se debió a su curiosidad de conocer las grandes obras que se llevaban a cabo. Durante su estancia en Ferrol departió con Mauro Valladares, párroco de San Julián, y los frailes dominicos del convento de San Sadurniño. Pero sobre todo se dedicó a conocer los intensos trabajos realizados en el arsenal y el astillero, que luego reflejó en su obra.

La larga composición dedicada al Real de Esteiro se inicia con un Romance seguido de un Canto que el autor divide en dos Mediaciones con cincuenta octavas reales cada una. Se trata de un amplio poema descriptivo, de versos entusiastas y grandilocuentes, no siempre depurados, a veces serios y otros burlescos, en una línea a medio camino entre Quevedo y Góngora, en los que utiliza la comparación festiva y los juegos de palabras.

Las doce gradas del Apostolado (Siglo XVIII)

La composición poética está dedicada a la “Muy Ilustre Señora Doña Josefa Cayetana Pardo, Marquesa de San Saturnino y Señora de Baltar”, con la intención de ejerciese de mecenas de la obra y pagase su edición, propósito que no consiguió. A lo largo de las cuarenta y siete cuartetas del Romance inicial, que dirige a la citada marquesa, hace un versallesco y adulador panegírico de la noble ferrolana:

                       Mil cosas buenas he visto                     De las musas de Galicia

                      en Ferrol; pero en conciencia,              sois la madre en acogerlas

                       pues a vos no os ví, es mentira             y por eso en vos la mía

                       decir que ví cosa buena.                        busca su madre Gallega.


                                                                       Poema Real de Esteyro

La Mediación primera empieza con una barroca invocación a personajes mitológicos como las Nereidas, Ninfas y Driadas, alabando la belleza del puerto ferrolano, al que se dirige con el poético nombre de Puerto del Sol, como era conocido por los antiguos historiadores, describiendo la intensa actividad constructiva del astillero de Esteiro y la labor de los operarios llegados de diferentes lugares hasta completar los quince mil hombres que llegaron a trabajar en las obras del arsenal y astilleros:

Por el Puerto del Sol fue conocido      A poco trecho, para más adorno,

                                        el seno del Ferrol antiguamente,         el Real de Esteyro, población hermosa,

                                         título que, sin duda, ha merecido,       extendiéndose va por el contorno

                                         por ser vuestro palacio transparente. en mucha inmensa fábrica costosa.

En otro momento, Diego Cernadas glosa en sus versos la construcción simultánea de los doce buques del Apostolado, indicando sus nombres oficiales y el orden de puesta en quilla,  explicando luego sus sobrenombres de carácter religioso, todo ello con su florido vocabulario y su fácil y peculiar manera de versificar:

Allí se están á un tiempo construyendo         Vencedor es el nombre del primero;

doce naves de tan bella estructura,               al segundo le llamaron el Glorioso;

aunque á verlas por gradas va subiendo       al tercero le pusieron el Guerrero;

la admiración, no alcanza su hermosura.      al cuarto el Soberano, nombre honroso.

 

Eolo al quinto; Oriente al que numero      El nombre del undécimo es Brillante,

sexto; Aquilón al séptimo furioso;             Héctor el del duodécimo; mas viendo

al octavo Neptuno; y al noveno                 que el primor es en todos semejante,

Magnánimo; y Gallardo es deceno.           si es que a su perfección hermosa atiendo.


                                                            Vista del astillero de Ferrol

En la segunda Mediación hace un cántico del tamaño y la amplia capacidad de carga de los buques, describiendo con precisión los diferentes elementos utilizados en la construcción naval. Este hábil manejo del vocabulario pudo deberse a los conocimientos adquiridos por el clérigo ilustrado en los contactos previos que tuvo con marineros y carpinteros de ribera del puerto pesquero de Noia, villa cercana a la feligresía de Fruime donde Diego Cernadas ejercía de párroco:

                                        ¿Quién sabrá ponderar las prevenciones

de grímpolas, bonetas, gallardetes,

gumenas, andorinas y motones,

pinzotes, masteleros, giumbaletes,

cureñas (en que están por sus muñones

fixas las piezas, o los morteretes),

los guardafuegos, los guardacartuchos,

polipastos, garruchas y garruchos¿

A lo largo de la segunda Mediación, Diego Cernadas combina en su versos de  gran riqueza de vocabulario las andanzas de los personajes clásicos de la Mitología, los doce signos del Zodíaco que el autor hace corresponder a los doce buques del Apostolado, las siete maravillas del mundo y la coruñesa Torre de Hércules, finalizando con una serie de elogios al rey Fernando VI y al Marqués de la Ensenada por las extraordinarias obras llevadas a cabo en Ferrol:

     Quiera Dios, gran FERNANDO, que tu gloria,  Quiera Dios, marqués, que esta armada

     y la de la Fe tanto se adelante,                        las naves en las playas más remotas,

     que sea dada nave otra victoria,                     celebrando el favor de la ENSENADA,

     que un giro a todo el mundo dé triunfante.    vuelvan de honor cargadas, y de flotas.

Es de gran interés el soneto que dedicado “a las obras de Ferrol”, publicado en el tomo IV de sus citadas obras. En el soneto hace un nuevo canto al moderno astillero del Real de Esteiro, haciendo una expresiva descripción de la intensa actividad fabril desarrollada por los miles de trabajadores de todas las procedencias empleados en estas obras, citando de forma expresa la presencia de vizcaínos y bretones:

     De Ultonia, Hibernia y Flandes los Soldados      Vense bosques de troncos empinados

     se ven en Oficiales convertidos;                         entre selvas de robles abatidos,

     Vizcaya da maestros escogidos,                         confuso el Arsenal a los zumbidos

     Bretaña constructores realzados.                       de enxambres de peones afanados.

Al pasar los años se volvería diferente la situación de Ferrol y su  Arsenal. A principios del siglo XX, durante uno de los cíclicos períodos de crisis de Ferrol a lo largo de su historia, el 30 de enero de 1904 el periódico Diario Ferrolano publicaba la poesía “Doña Soledad Marina” firmada con el seudónimo de B.Iga. El autor fue el periodista, autor teatral y poeta Wenceslao Veiga y Gadea, director del semanario satírico El Otro. En sus versos se lamenta de la ausencia de la Escuadra del puerto ferrolano, por diversos motivos, con la consiguiente repercusión negativa en la vida ciudadana.  

      Da pena bajar al muelle,                        No hay buque disponible

      y contemplar la bahía,                           en donde arbolar su insignia,

      sin una nave que ostente                       y no le queda otro mástil ….

      el pabellón de Castilla.                           ¡que el mástil de la machina¡


Rodofo Ucha Piñeiro. Hijo adoptivo de Ferrol

Según se puede leer en la prensa, en un acto escenificado en el Auditorio de Caranza, el arquitecto nacido en Vigo, Rodolfo Ucha Piñeiro, tras la petición de numerosos ciudadanos y entidades de Ferrol, finalmente ha sido nombrado Hijo Predilecto de la ciudad donde ejerció de arquitecto municipal y dejo un abundante testimonio de su obra modernista repartida por las calles de la urbe. En la ilustración aparece al volante de su emblemático automóvil descapotable Renault.               

 

 

 

 

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