68 LA OTRA HISTORIA DE FERROL. LOS PERSONAJES, LOS MOTES Y EL HABLA POPULAR

 


Los personajes populares de la calle

Ferrol ha sido el lugar de nacimiento o de residencia de diversas personas que destacaron en variadas actividades políticas, industriales, militares, literarias o artísticas. Pero también en la ciudad vivieron otras personas que la vida llevó por diferentes caminos de lo que algunos pueden considerar normales. Estos personajes deben contemplarse con el debido interés y respeto, mereciendo la atención de aquellos que, de una forma u otra, estudiamos la vida e historia de la ciudad.

Muchas de estas personas son protagonistas de la intrahistoria más íntima y humana de una urbe, constituyendo un patrimonio afectivo por el que se puede sentir cierta atracción. Entre estos personajes de Ferrol que pueden calificarse como populares, esas personas que el escritor Siro López con acierto llamó “Xente na brétema” en la publicación donde trata de ellos, se encuentra una abundante serie de mujeres y hombres con los que todos nos hemos cruzado en algún momento, casos de A Champana, Maruxa Racú, Taconatá, Cañavén, Tufitos, Pachara, Topacho, Manolito Churreiro, Nandito, O Vello Melenas, Prósper y Dieguiño, entre muchos otros.

                                                        Xente na brétema. Siro López

La mayoría de estos personajes, nacidos en Ferrol, vecinos de la ciudad o trashumantes de la misma, han venido desarrollando sus diversas  actividades en diferentes lugares de la urbe, desde la Praza Vella hasta el barrio de Recimil o desde los altos de Canido hasta el  Cuadro de Esteiro. Entre los muchos personajes en que podríamos hacerlo, nos vamos a detener en dos de los más conocidos y populares, ambos fallecidos en los últimos años: Maruxiña y Pacharita.    

En primer lugar cumple citar a Maruxiña, una entrañable señora mayor, de corta estatura y de complexión física más bien menuda, una personita que pedía limosna de forma peculiar por las calles de Ferrol. Habitaba en el barrio de Canido, cerca de la calle de Atocha, donde era vecina de otro curioso personaje ferrolano de la época, Pimborete, el ingenioso cazador de gatos.

Maruxiña siempre llevaba unos lentes de buen tamaño colocados en la punta de la nariz. Debajo de la habitual pañoleta con la que se cubría, asomaban sus largas y cuidadas trenzas de pelo blanco. Con su inseparable bastón y su amplia bolsa recorría las viviendas y las calles céntricas de Ferrol pidiendo la acostumbrada limosna.

Utilizaba un lenguaje muy particular, un gallego en el que predominaba la “gheada”, la variante fonética tan particular del idioma gallego. Si la limosna recibida no era de su agrado, Maruxiña utilizaba expresiones de descontento como “nunca cheghamos a ricos”; “non saímos de pobres”; “esas motas non cheghan a nada”. Alguna vez acompañaba sus palabras de contenidas manifestaciones de mal genio, con amenazas del bastón incluidas, que le daban un añadido encanto a su comportamiento.

Maruxiña y Pacharita

Otro popular personaje de las calles ferrolanas, fue Pacharita, un varón de baja estatura y de mal genio, que era hijo de Pachara, un curioso vendedor callejero de prensa que había sido muy conocido en Ferrol. José Manuel Sayar, Pacharita, nació el año 1941 en la calle ferrolana Soto y falleció en diciembre del año 2015 en el complejo gerontológico de A Veiga en la localidad lucense de Láncara, donde había ingresado pocos meses antes.

El enclave y lugar de permanencia favorito de Pacharita era la plaza de Armas y sus alrededores, donde solicitaba algún euro a los vecinos y daba de comer a las palomas de la plaza. Con frecuencia se desplazaba al Cantón de Molíns, donde trataba de ordenar el tráfico y aparcamiento de los vehículos, a veces con unas formas poco correctas hacia los conductores, y a la calle Galiano, donde, especialmente a primeras horas de la noche, se dedicaba a barrer, o mejor dicho, a cambiar de sitio, la suciedad.    

Pacharita fue una persona simpática para muchos que lo conocieron, concitando el cariño de algunos pero también el enfado de otros. En diciembre de 2015 fue enterrado en una fosa común del cementerio de Catabois, trasladado desde Lugo. Unas veinte personas asistimos a la ceremonia fúnebre, entre ellas la dueña de la pensión de Ferrol donde pasó sus últimos años, algún amigo de la infancia, algún tertuliano del café de la calle Galiano donde era invitado y dos políticos locales de diferentes partidos, que lo acompañaron en su despedida portando sendas rosas rojas.  

El habla popular ferrolana

Entre las hablas locales el ferrolano tiene una gran riqueza, es muy expresiva y goza de un fuerte arraigo en la nuestra ciudad, estando respaldada por una larga historia, llegando algunos estudiosos a afirmar que un vecino de Ferrol podría ser reconocido en cualquier lugar por su forma de expresarse.


                                            El ferrolano. La llave inglesa. Guillermo Fernández

Varios autores han tratado en su obra el tema del habla ferrolana, casos del periodista Mario Couceiro en un trabajo de la publicación “Ferrol, su historia y sus gentes” y el escritor Guillermo Ferrández en sus conocidas obras “El ferrolano” y “La llave inglesa”, contextualizando el habla en sus circunstancias históricas, culturales, sociales y antropológicas. En otra ocasión habría que referirse a los trabajos del profesor Porto Dapena sobre el gallego hablado en la comarca ferrolana.

Según los estudiosos ha tenido una gran incidencia en el habla ferrolana la fuerte presión del idioma castellano, fruto del nacimiento de Ferrol como ciudad de la Corona, con la presencia de palabras procedentes de diversos lugares de España, consecuencia de los numerosos trabajadores que se integraron en los astilleros ferrolanos e incluso los numerosos jóvenes que recalaron en Ferrol haciendo el servicio militar.

Una importante incidencia se registró a causa de los anglicismos debidos a los numerosos técnicos ingleses procedentes de las Islas Británicas, contratados por la conocida como Constructora (Sociedad Española de Construcción Naval) para poner en marcha la Ley de Escuadra del año 1907. De ahí palabras y expresiones plenamente integradas en el habla local como brus (brush=cepillo), chepa (shepherd=pastor), a todo filispín (full speed=plena velocidad), sorcho (soldier=soldado) y muchas más.    

  Ferrol, su historia, sus gentes. Año 1986

Todavía hoy recordamos la cara de estupor del amigo madrileño que visitó Ferrol en aquella época en que las chavalas tenían que estar en casa a primera hora de la noche, cuando estando en una cafetería ferrolana, llegadas las diez de la noche, la joven que le acompañaba se despidió y le dijo que tenía que irse a casa pues le “tocaba echar el polvo” y después “fregar de vertedero”. No le dijo, como debía, que tenía que vaciar la basura a la calle y lavar los platos.

No olvidamos tampoco nuestra época de infancia, cuando jugábamos al peón (trompo), un típico juego de calle. Los mejores peones estaban elaborados de buxo (boj) o de madera tropical de júcaro, con un afilado ferrón (horrón) de tope (normalmente hecho en la Bazán), mientras se “pandaba” con los peones de pino (las llamadas “patatas”), dotados de horrón de bola. Otras palabras como piola, buxaina o virolusa estaban unidas a este juego.


                   Peón de júcaro (horrón de tope)        Peón de pino (horrón de bola)           

Los motes y apodos ferrolanos

Ferrol fue siempre un lugar donde proliferaron con frecuencia los motes y apodos (los alcumes gallegos) dedicados a las vecinas y vecinos. Dentro de Ferrol, la entonces Constructora (luego Empresa Bazán) fue un semillero para estos motes. Así lo refleja Xan Ramírez en su diccionario “1000 alcumes da Constructora”, elaborado el año 1997.

 


1000 alcumes da Constructora. Xan Ramírez

La propia ciudad fue creadora de innumerables motes, especialmente a partir de los años veinte, en los que la sociedad ferrolana estaba dando un vuelco, acentuándose la diferencia de clases entre los vecinos del centro y de los barrios, mientras los diversos cafés, casinos y teatros se convertían en el lugar donde se miraba la sociedad ferrolana y se plasmaba esa diferencia de clases.

Aparecen motes más o menos clasistas e incluso despectivos, como Cerillitas y Pichoneras, y otros ilustrativos como aquel de Pandilla, dado a un individuo siempre sentado en solitario en un sillón a la vista de los paseantes de la calle Real, dentro de una sala acristalada del Casino conocida como la Pecera, debido su nombre a que en aquella época solo acogía hombres, precisamente los “Peces Gordos” de Ferrol.

Uno de los apodos más llamativos, y por qué no decirlo, más cruel, fue el mote de “Superman” que se le puso a un trabajador de la Empresa Bazán. El citado trabajador había tenido un accidente laboral, quedándole una mano atrapada y aplastada por una prensa hidráulica, lo que le le produjo un notable ensanchamiento y deformación de la misma, por lo que le quedó el apodo de “Super Man”.

                                                               “Superman” de Ferrol


El nefasto programa cultural de la Alcaldía de Ferrol

El actual alcalde ferrolano no asistió a la reciente presentación del libro sobre la Memoria histórica de Serantes, ni acusó recibo de la entrega de una publicación sobre el Camino Inglés. Mientras que sigue aislado de la ciudadanía merced a la actuación de sus inspectores políticos de Prensa, Secretaría y Gabinete, los respectivos concelleiros/as de Cultura, Patrimonio Histórico y Turismo siguen su inoperante trabajo en el campo cultural.

 

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