La ciudad de Ferrol, nacida de la mano de la Corona durante el siglo XVIII y dejada de la mano del Estado desde el último tercio del siglo XX, debe hacer una reflexión sobre la continua pérdida de su patrimonio cultural, llevado fuera de Ferrol o desaparecido por mor de su abandono. Hace tiempo que existe un “Ferrol Fuera de Ferrol”, tanto por la carencia de un Museo de la Ciudad como por la falta de interés en defender las señas de identidad de la comarca de Terra e Mar de Ferrol.
Como tristes ejemplos de pérdida del Patrimonio Cultural se encuentran fuera de Ferrol el llamado Tesoro de Bedoya y los notables restos medievales del convento de Montefaro. El primero constituye una notable colección de piezas de orfebrería prehistórica (diademas, pendientes y anillos) y de numismática de época romana, depositada el año 1953 en el Museo de Pontevedra por la cesión de un particular que encontró este tesoro en un lugar de la parroquia de A Graña.
Tesoro de Bedoya. A Graña. Museo de Pontevedra
De gran interés son los restos artísticos del convento franciscano de Santa Catalina de Montefaro en Ares, levantado en época medieval y desamortizado el año 1836, un notable conjunto de obras que se guardan desde el año 1900 en el Museo Arqueológico de A Coruña. Entre otras se encuentran una cruz cumial colocada sobre el jabalí de los Andrade, la lápida fundacional del convento del año 1392, una serie de laudas sepulcrales y capiteles del edificio, y una dovela donde aparece una notable representación de un ángel músico tocando la gaita, todo ello obra de fines del siglo XIV, todo ello mostrando la magnífica técnica de los canteros medievales.
Santa Catalina de Montefaro. Museo Arqueológico de A Coruña
Esperpéntico fue el caso del hallazgo el año 2000 en las excavaciones de la capilla de Santa Comba de Covas de una pequeña piedra grabada, un disco de losa, datada a fines del siglo I, con una interesante inscripción que para algunos expertos incluso cuestionaría las hipótesis acerca del origen de Trasancos. Con independencia de la transcendencia del hallazgo, lo insólito del caso es que dicha pieza, hallada en Ferrol, fue presentada poco después en el Concello de Narón y luego depositada en el Museo das Mariñas en Betanzos, diciendo literalmente su letrero “Depósito del Concello de Narón”, cuando realmente fue retirada del Concello de Ferrol.
Capilla de Santa Comba de Covas. Museo das Mariñas. Betanzos
Un caso reciente fue
el relativo al Teatro Jofre, cuando un antiguo
empleado fue recopilando los enseres y objetos del aparato escénico, abandonados
por sus propietarios, formando una colección de cierto interés histórico. La
colección, que incluía desde proyectores e instrumentos musicales hasta la
cartelería original del teatro, estuvo expuesta en un conocido comercio de
Ferrol. Cerrado dicho comercio el año 2002, el propietario de la colección la
cedió al Concello de Narón, que la depositó en un almacén municipal,
tristemente privada de su visión pública.
Restos del museo del Teatro Jofre
Además del derribo el siglo XX en Ferrol de dos edificios clasicistas de la Ilustración, la Cátedra de Latinidad, luego sede del Concello, situado en el antiguo paseo de las Delicias, y el viejo caserón de los Caamaño, levantado en la calle Dolores, también desapareció una notable construcción del siglo XVII, el Pazo de la Merced o Casa de los Bermúdez, situado en el barrio de Ferrol Vello, llevado piedra a piedra a Otero de Herreros en Segovia, mientras que su capilla fue trasladada a Fazouro en Lugo.
En cuanto a los escudos blasonados de varios edificios de Ferrol, siguiendo a Souto Vizoso, desaparecieron de la visión pública o fueron llevados a otros lugares, los pertenecientes a la antigua iglesia castrense de San Fernando de Esteiro, el pazo de la Merced de Ferrol Vello (llevado a la Casa del Monte en Serantes), la casa Carvajal (hoy edificio del Ateneo Ferrolán), el desaparecido pazo de la Marquesa de San Sadurniño (calle San Antonio), el antiguo pazo de los Montoxo (hoy se alza el Colegio de la Compañía de María) y la casa de los Bermúdez (calle de la Estrella), además de los escudos funerarios de la iglesia de San Julián y el convento de San Francisco.
En lo que se refiere al Patrimonio Industrial fue importante el desenvolvimiento en Ferrolterra a partir de fines del siglo XIX y principios del XX de una industria local no siempre estrictamente polarizada alrededor de la industria naval. Sin embargo fueron desapareciendo los edificios representativos de la Peninsular Maderera, instalada na Malata, la PYSBE, con su factoría del muelle Fernández Ladreda, la FENYA, fábrica de aparatos eléctricos en Canido, y la fábrica Hispania o Fábrica de Lápices en Ferrol Vello. El caso del hermoso edificio modernista de la Escuela Obrera de la E.N. Bazán, derribado el año 1976 para construir un aparcamiento, fue quizás el ejemplo más negativo de la Empresa Navantia en su relación con la ciudad.
Escuela Obrera E.N. Bazán. Derribada año 1976
También las Fuerzas Armadas muestran varios ejemplos de abandono del Patrimonio Cultural. En el caso de la Armada, fue incapaz de conservar alguno de los históricos buques que guardaban la memoria naval de la ciudad. Este Foro recordó hace poco tiempo la vergonzosa pérdida del buque escuela Galatea, hoy atracado en un muelle de Glasgow como museo flotante, quedando como único recuerdo en Ferrol su artístico mascarón de proa y alguna canción popular en ritmo de polca.
El Ejército, debido al Plan de Defensa de la Base Naval de Ferrol, a partir del año 1927 instaló una serie de cañones Vickers de grueso calibre y largo alcance, en las baterías costeras del monte Campelo y los cabos Prior y Prioriño de Ferrol, y del monte San Pedro de A Coruña. Como se lee en la obra “La Costa Inexpugnable” (L. Molina, J. Vázquez, L. Hermida), el año 1940 las piezas del monte Campelo fueron llevadas á Algeciras y los cañones de Prior y Prioriño se desguazaron y vendieron como chatarra, en vez de conservarlos en sus atractivos emplazamientos de vistas atlánticas, como hizo el Concello de A Coruña con la batería del Monte San Pedro.
El final de una pieza artillera del cabo Prior
Otro ejemplo de
abandono patrimonial fue el vergonzoso traslado al cementerio de Catabois de
los restos mortales y materiales del camposanto de Canido, realizado durante
los años centrales del pasado siglo XX. En este caso el comportamiento del
Concello y de la Iglesia fue una muestra de desprecio a los familiares de los
fallecidos, perdiéndose panteones, tumbas, lápidas e incluso restos de la gente
allí enterrada, incluidos personajes conocidos de la historia ferrolana,
durante el apresurado y vergonzoso traslado.
Desde el punto de vista del descuido patrimonial por parte de la Iglesia hay que preguntarse sobre la pérdida de una serie de tallas y piezas de la Semana Santa de Ferrol, pudiendo citarse entre otras la desaparición de la visión publica del llamativo paso de la Santa Cena de trece figuras, Jesucristo y los doce apóstoles, que estaba guardado en la capilla de San Roque, o la pérdida de la venerada imagen de la Virgen Blanca, que paseaba en procesión la Cofradía de la Merced.
Paso de la Santa Cena. Capilla de San Roque
Cumple citar finalmente la pérdida de colecciones de investigadores de Ferrol. Tenemos el caso del prestigioso médico y naturalista ferrolano Víctor López Seoane, casado con Francisca Riobóo, descendiente de la Casa Grande de Cabanas. A su muerte el año 1890 su familia donó sus importantes fondos y colecciones al Concello de A Coruña, que los repartió entre el Museo de las Ciencias y otros museos. Lo mismo se puede decir de los fondos de la ferrolana Ángeles Alvariño, precursora de la investigación oceanográfica, fallecida en California el año 2005.
En ambos casos, como en muchos otros, son los herederos familiares los responsables de estas decisiones, aunque debe decirse que en Ferrol no existe ni el lugar apropiado (llámese museo) ni la voluntad ciudadana para hacerse cargo y exponer estos interesantes fondos y colecciones.
Coda final
Acerca de todo lo expuesto sobre la pérdida del Patrimonio Cultural de Ferrolterra, al igual que en otros casos, conviene recordar aquello de “Todo esto ya está dicho, pero como nadie atiende, hay que repetirlo”. Esta frase la escribió el escritor francés André Gide, Premio Nobel de Literatura del año 1947.
No hay comentarios:
Publicar un comentario