El crucero visto por los poetas
Entre las numerosas muestras de arte popular de Galicia el crucero es
una de las obras más abundantes, la que mejor se identifica con el paisaje, la
más conocida y representativa de la cultura popular y la que tiene mayor arraigo entre las gentes
de la tierra. Junto con los petos de ánimas es la obra popular más vinculada a
la religiosidad y creencias tradicionales del pueblo.
No es fácil precisar el número de cruceros del espacio urbano y rural
gallego, al carecer de un censo completo. Sometidos a un continuo expolio,
según diversas estimaciones el número de estas obras, de diferente valor
artístico y etnográfico, y repartidas de modo desigual por la Comunidad Gallega
puede oscilar entre 10.000 y 15.000 ejemplares.
La abundante presencia en el paisaje gallego de esta obra de hondo arraigo popular y tan consubstancial con
la realidad gallega, inspiró la obra de un buen número de conocidos poetas, que
no fueron indiferentes a su presencia. Una atenta lectura de sus poesías nos da
a conocer como los cruceros encierran muchas claves de la cultura popular
gallega.
Son muchos y variados los lugares donde se alzan los cruceros. El poeta orensano Eladio Rodríguez González y el poeta lucense Avelino Gómez Ledo, nos recuerdan que estas antiguas obras, símbolo de las devociones populares, se levantan en diversos lugares en recuerdo de las generaciones precedentes:
Vellos cruceiros, y-a
beira das igrexas e dos adros,
tristes,
solitarios, onde as desaparecidas
erguidos a
carón dos comareiros xeneraciós
rezaron.
Encima dos valados i-alí onde se xuntan
da fonda corredoira, en cruce algúns sendeiros
alí onde a súa coira os sinxelos cruceiros
deixou pra sempre alguén; alí sempre se ven.
LOS CRUCEROS DE FERROL
En trabajos anteriores se han presentado varias
cruceros de Ferrol: el Cristo de la Tahona, parte alta de un crucero medieval,
hoy depositado en el Museo de la Semana Santa, y el crucero de Chamorro, obra
de época barroca, remate de un Vía Crucis de cruces de piedra, levantado en la
ermita de Chamorro.
Crucero de Chamorro. Rodríguez Soto
El crucero de la plaza de Canido
De gran interés etnográfico es el crucero que
preside la plaza de Canido en Ferrol. Esta
cruz de piedra, derribada y levantado varias veces, permanece como símbolo del
barrio a través del tiempo. Del primer crucero de la plaza se escribe que fue
bendecido, en presencia del conde Fernán Pérez de Andrade, precisamente el 3 de
mayo del año 1387, festividad de la Invención de la Santa Cruz, de celebración
tradicional en el barrio alto.
Siguiendo
la tónica de muchos cruceros, diversos ejemplares fueron derribados y alzados
de nuevo hasta que el año 1938 fue
bendecido el actual crucero de la plaza de Canido. Se trata de una obra
vistosa, elegante y de buen porte, con imágenes de calidad y buena labra de
Cristo y Virgen de la Piedad, que se continúa adornando con numerosos motivos
florales como tradicional celebración de los Mayos, fiestas profanas, cíclicas,
agrarias y estacionales que saludan la llegada de la Primavera, fiestas no
celebradas en este año de estupidemia.
Crucero de la plaza de Canido. Misa, año 1925. Fiesta de los Mayos, año 2000
También
los poetas dedicaron sus poemas al crucero de Canido. La poetisa santiaguesa, Xohana
Torres, ferrolana de corazón, recuerda el barrio alto con sus sentidos versos
gallegos:
Eu vivín moitos anos no barrio de Canido,
batido polo vento nos seus catro costados,
casas no alto, rúas estreitiñas,
o Cristo do cruceiro, a fonte da Tafona ....
Entón, cantaba para nós unha
sirena.
Festejando tu Cruz, mayo florido
presta sus
galas a tu Barrio amado;
y a los pies de Jesús Crucificado
se postra el
pecador arrepentido.
Otros cruceros de la comarca de Ferrol
Dos cruceros parroquiales de interés son los de Santa María de Caranza y Santa Cecilia de Trasancos. Las columnas de ambos cruceros aparecen decoradas con una serie de relieves de símbolos de la Pasión: tres clavos, martillo, tenazas, disciplinas y escalera, una decoración que es habitual de los cruceros de la parte norte de las provincias de A Coruña y Lugo.
El crucero de la capilla de Santa María de Caranza es un ejemplar
de formas genuinas. En la parte alta falta la cruz sólo queda una Virgen de la
Piedad con el Hijo en brazos, tras una remodelación poco cuidadosa del año 1995.
En Santa Cecilia de Trasancos se
levanta otro ejemplar de bonita decoración. La cruz muestra el detalle
corriente usado por los canteros gallegos, de colocar más baja, e incluso con
menor tamaño, la imagen de la Virgen comparada con la de Cristo, dando así
preeminencia al Crucificado, principal protagonista del crucero.
En el campo frente a la ermita de San Cristóbal, reemplazando
una obra antigua, se levanta un crucero de factura moderna. La cruz de palos
cuadrangulares acoge las acostumbradas imágenes de Cristo con corona de espinas
bajo cartela de INRI y sus pies sobre un supedáneo, y de la Virgen Inmaculada
colocada orante sobre peana de nube, ambas de formas tradicionales y factura
correcta.
Los
cruceros de los Olvidados. Cementerios de Catabois, Covas y Doniños
Cementerios
de Catabois, Covas y Doniños
Un recorrido por los cruceros de Galicia
Merced a mis sostenidas colaboraciones
desde el año 1996 con Aulas no Camiño, entidad de grato recuerdo en la
Universidad de Ferrol, durante varios años recorrí los cruceros de los
diferentes Caminos de Santiago en Galicia (Francés, Inglés, Portugués, Norte y
Primitivo), muchas veces acompañado de mi familia.
De la misma forma, gracias a
mi pertenencia a la Asociación de Amigos dos Cruceiros, Asociación Galega para
a Cultura e a Ecoloxía, Sociedade Cultural da Costa da Morte y otras, pude conocer
muchas cruces de piedra gallegas, publicando una docena de libros sobre
cruceros y numerosos artículos sobre los mismos en revistas culturales de toda
Galicia, catalogando cientos de cruceros de la Comunidad.
Debo resaltar un especial a
Ediciós do Castro (Sargadelos), con su fundador y director Isaac Díaz Pardo en
primer lugar, por su apoyo en esta labor de dar a conocer los cruceros,
auténtica señal de identidad de Galicia. Este apoyo contrasta con cierto olvido
y dejación de estos monumentos populares por parte de la Xunta de Galicia,
Diputaciones Provinciales y numerosos concellos gallegos.
Dos sucedidos alrededor de
los cruceros
En mi largo búsqueda de
cruceros por Galicia, en cierta ocasión me encontré ante una de las situaciones
más divertidas de mi vida. El caso me ocurrió cuando fotografiaba un peto de
ánimas rematado por una cruz de piedra, perteneciente al Camino Portugués a
Santiago, en la plaza do Toural, municipio de Vilaboa.
El peto de ánimas, además de
mostrar el habitual Purgatorio de estas obras, incluida la presencia de curas
con bonetes entre las llamas, incluía una representación poco corriente del
Infierno, donde aparecían curiosas figuras de demonios, tocados con una especie
de sombreros que más parecían tricornios de la Guardia Civil que otra
cosa.
Cruz y peto de ánimas de Vilaboa
Mientras hacia la fotografía
de los demonios sin poder contener la risa ante las esperpénticas imágenes, fue
cuando el paisano gallego que siempre aparece en estos casos sin que te
apercibas de su presencia, me dio una lección, no sé si de educación o de
antropología, diciéndome muy serio: “Teña
vostede un respecto, que o Demo tamén é xente”. La verdad es que no supe dónde
meterme.
En cambio la segunda
situación fue una de las más tristes y emocionantes de mi vida, de forma tal
que tuve que mantener el tipo para no llorar de pena. Me ocurrió en un crucero
con “pousadoiro” (mesa de altar para rezos), en pleno monte de una parroquia cerca
de Bruma, en el Camino Inglés a Santiago.
Cuando iba a hacerle una
foto al crucero me encontré rezando de rodillas ante el crucero a una mujer,
más o menos de la edad que yo tenía entonces, unos sesenta años. Lógicamente
esperé a que terminara sus oraciones para poder realizar las fotografías del
crucero.
Cuando la mujer terminó sus
rezos, me explicó que había tenido un hijo de soltera, que había nacido muerto
y que al no estar bautizado, el severo párroco no le permitió enterrarlo en el
cementerio parroquial. “Como o cura non
me deixou darlle terra sagrada, eu busqueina ….. e atopeina aos pés deste cruceiro”, me explicó.
Profundamente conmovido la
escuchaba, mientras me contaba que llevaba cuarenta años yendo a rezarle todos
los días a su hijo al pie del crucero. Este ejemplar es uno de los llamados “Cruceiros
dos meniños” (también “Cruceiros dos anxiños”), dotados de altar o “pousadoiro”,
que se reparten por diversos lugares de la Galicia rural, para acoger bajo su
tierra los restos de niños y niñas que por alguna razón no pudieron ser
enterrados en los cementerios parroquiales.
Apostilla final
Los cruceros de Galicia,
junto con los calvarios de Bretaña, las cruces de piedra de Irlanda y los “pelourinhos”
de Portugal (todos ellos países atlánticos, por algo será ….), deberían gozar del
honroso título de Patrimonio de la Humanidad.
“Reparade nos cruceiros e descubriredes moitos tesouros”. A.R. Castelao
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