28 EL PATRIMONIO INDUSTRIAL DE FERROL. TRISTES EJEMPLOS DE SU DESAPARICIÓN

 

Cuatro fábricas de diferente orientación industrial que durante el pasado siglo XX tuvieron gran relevancia en la ciudad, empleando a cientos de trabajadores, fueron la Fábrica de Lápices HISPANIA, la factoría bacaladera PYSBE, la fábrica de equipos eléctricos FENYA y la Peninsular Maderera (PEMSA). Las cuatro empresas constituyen un triste ejemplo de industrias no dependientes del monocultivo de la Construcción Naval, que, tras una importante labor industrial, tuvieron que cerrar sus puertas.

LOS PRECEDENTES DEL SIGLO XIX

Durante el siglo XIX Ferrol fue una urbe vinculada a las necesidades del Estado y la Marina. La industria privada apenas avanzó, dada la disminución de las actividades del sector industrial mientras se producía el ascenso del comercio y los servicios. En esa época empezó un repunte de la construcción naval en los astilleros privados, y estuvieron activas algunas fábricas de curtidos, textiles o de madera.

El sector comercial estuvo más activo durante el siglo XIX. Con presencia del sector de tejidos, ferretería y joyería, el comercio tenía una gran incidencia en la alimentación, vinos y coloniales. Como dato negativo, Ferrol estuvo aislado de la red ferroviaria hasta entrado el siglo XX y su puerto comercial tenía un movimiento muy inferior a los de A Coruña y Vigo, los puertos gallegos de mayor tráfico comercial el siglo XIX.

 EL CRECIMIENTO INDUSTRIAL DURANTE EL SIGLO XX

 Entrado el siglo XX, se fue desarrollando de forma paulatina en el centro urbano y en la periferia de la ciudad una industria local, con la puesta en marcha de empresas que no siempre estaban vinculadas directamente a la industria naval, con actividades tan diversas como aserraderos, telares, fundición, calderería y cerámica.

 

Fábrica de Lápices Hispania

 Tuvo una importante incidencia en Ferrol la fábrica de lápices Hispania, fundada el año 1934 por una sociedad de la que Alberto Fernández era director gerente, siendo su primera instalación en el muelle Concepción Arenal, ocupando unos 900 metros cuadrados y produciendo 36.000 lápices al día. En la década de 1940, la fábrica se instaló en la calle Baterías, en un amplio edificio de formas racionalistas, ocupando casi 5.000 metros cuadrados y empleando más de 400 empleados, principalmente mujeres.

Su marca registrada se basaba en un conocido logotipo de dos figuras humanas de manos entrelazadas, acreditando sus lápices, de  gran calidad de su madera de cedro y su mina de grafito, produciendo hasta 180.000 unidades al día. El nombre del lápiz, Johann Sindel, era del técnico alemán, jefe del taller que empleaba maquinaria también alemana. 

La fábrica Hispania desarrolló un importante papel productivo en difíciles tempos de autarquía, no solo fabricando sus acreditados lápices, sino también plumillas de acero, bolígrafos o peines de caucho, incluso armónicas musicales, hasta su cierre definitivo el año 1986. Su edificio fue derribado, con la oposición ciudadana, para construir un grupo de viviendas en su solar, hoy arruinado. No se conservó la elegante fachada Art Deco, ni la alta chimenea de ladrillo, símbolo visible del paisaje del puerto ferrolano.

 

Factoría de la PYSBE

Unas 300 personas componían inicialmente la plantilla de la PYSBE (Pesquerías y Secaderos de Bacalaos de España), una empresa con domicilio social en Pasajes de San Juan (País Vasco), donde disponía de una flota de trece barcos dedicados a la pesca del bacalao en las aguas de Terranova. El año 1936 se otorgó una amplia concesión de 15.000 mil metros cuadrados a la empresa PYSBE en el muelle Fernández Ladreda, comenzando a funcionar la nueva fábrica el año 1945.

La factoría consistía en un amplio edificio de alargada fachada, compuesta de ocho pabellones con cuatro calles, dedicados a frigoríficos, almacenes y maquinaria para el secado y la salazón del bacalao, produciendo unas 15.000 toneladas anuales de bacalao. Las instalaciones ferrolanas daban empleo a más de 700 personas, muchas de ellas mujeres, dedicadas a la manipulación del bacalao y a la reparación de redes.

Con los años la empresa bacaladera PYSBE perdió eficacia en su funcionamiento y disminuyó su producción. A pesar de renovar la flota pesquera y mejorar las fábricas, con el apoyo de la Administración, debido a la sobreexplotación de los caladeros, las medidas reguladoras de la pesca, la ampliación de aguas jurisdiccionales de Canadá, y la falta de adaptación a métodos más modernos hicieron que la factoría PYSBE finalizase sus actividades el año 1973, siendo derribadas sus instalaciones.     

 

                                                                                                        Fábrica de FENYA

En mayo de 1940, se constituyó la fábrica FENYA (Fabricaciones Eléctricas Navales y Artilleras), empresa especialmente dedicada a la fabricación de equipos para buques mercantes y de la Armada, así como para el Ejército de Tierra. Especializada en la elaboración de equipos telefónicos, cuadros de distribución, motores eléctricos y equipos de navegación, pretendía realizar una serie de equipos y componentes que hasta entonces eran importados.

La fábrica, dirigida por el ingeniero José María González-Llanos, se componía de tres amplias naves de 45 metros de largo, situadas entre las calles Alegre y Santos. Empleando a antiguos maquinistas y técnicos de la Armada, llegó a contar con 500 empleados. Llegada la crisis de los años 1980, se trasladó al polígono de la Gándara,  cerrando sus instalaciones mediados los años 1990 y despareciendo  las antiguas naves de la fábrica de Canido, hoy ocupado su solar por una nueva urbanización.


                                                             Instalaciones de la Peninsular Maderera (A Malata)

La fábrica de la Peninsular Maderera (PEMSA) fue creada el año 1953 en la ensenada de A Malata, en el lugar que hoy ocupa el estadio municipal de ese nombre. Su presidente fue el empresario orensano Francisco Bergaz, usando una concesión para usar como materia prima la madera procedente de la Guinea española, llegando en barco los troncos al puerto comercial ferrolano, siendo transportados en lanchas hasta A Malata, aprovechando la subida de la marea a través del río de A Sardiña.

Durante los años 1960 empleó hasta 560 trabajadores fijos y más de 100 eventuales, elaborando una gran cantidad de puertas de reconocida calidad, pero también marcos, tableros y materiales de contrachapado La fábrica disminuyó su producción a partir de los años 1970, principalmente a causa de la descolonización de Guinea, que canceló la concesión maderera a la empresa ferrolana, cerrando sus puertas el año 1977. 

OTRAS EMPRESAS DEL TEJIDO INDUSTRIAL Y COMERCIAL

Hubo otras empresas de cierta relevancia, de diferentes sectores industriales que tampoco lograron su continuidad en la ciudad. Al sector textil pertenecía Manufacturas Piñón, que inició su actividad el año 1921 en un taller de la calle del Sol, con 20 personas empleadas, una docena de máquinas y una producción anual de 360.000 pares de calcetines. El año 1942 se trasladó a una nave de la calle Rubalcava donde llegaron a trabajar unos 200 empleados produciendo toallas, calcetines, géneros de punto y prendas de algodón, ampliando su actividad con carpintería de tableros, contrachapados y cartonajes. Con la crisis del petróleo del año 1973 empezó su decadencia, aunque la empresa, instalada en Catabois, no cerró hasta el año 1995.


                                                                               Los anuncios de época

Otros proyectos industriales desaparecidos fueron la fábrica de jabones, perfumería y cosmética conocida como Laboratorios Beceiro, fundada el año 1922 por Manuel Beceiro, emigrante llegado de Cuba, ocupando una superficie superior a los 1000 metros cuadrados en la calle Espartero y una producción inicial de trescientos mil kilogramos de jabón al año; la empresa conocida como Pan Piana, fundada por Ramón Sánchez Dopico, que llegó a tener 20 sucursales repartidas por la ciudad y otras 12 en A Coruña; y las Fábricas de chocolates Helvetia, fundada el año 1918, y de chocolates El Hórreo, inaugurada el año 1928.

Pueden citarse igualmente los establecimientos comerciales desaparecidos, algunos tan emblemáticos y arraigados en la ciudad, como son los Almacenes de tejidos Rafael y Vicente, Olmedo y Caballo, Calzados Pepe Rodríguez, Pastelerías Gascón, El Negrito y La Suiza, Bazares Couto, Tobaris y Barros, y muchos otros más, además de cines como el Capitol, el Avenida y el Callao.

A esta larga lista habría que añadir numerosas empresas y talleres de impresión y artes gráficas, desde El Correo Gallego a Nicasio Taxonera; industrias de la construcción, cerámica y vidrio, fábricas de ladrillos y tejas; así como las diferentes empresas de transporte de viajeros y mercancías, tanto por carretera y ferrocarril como las tradicionales lanchas de la ría.

UN CONGRESO SOBRE PATRIMONIO INDUSTRIAL

Tras la creación del Arsenal y los astilleros navales en el siglo XVIII, Ferrol y su comarca fueron el lugar de asentamiento de una importante serie de centros industriales y fabriles. Aunque diversos autores como Guillermo Llorca, Manuel Lara, Enrique Barrera, Justino Fernández y Juan J. Burgoa estudiaron este tema, debería llevarse a cabo un Congreso de Patrimonio Industrial donde se tratase el pasado, presente y futuro de este Patrimonio. El Congreso de Turismo Industrial, celebrado en Ferrol en junio de 2014 con el patrocinio de la Diputación Provincial, no abordó como debiera estos temas relativos a nuestra urbe.

 

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