14 EL CAMPOSANTO DE CANIDO. PRIMER CEMENTERIO DE LA ILUSTRACIÓN EN GALICIA

 

 LOS CEMENTERIOS PARROQUIALES  DE FERROL

Durante la época medieval la villa ferrolana, reducida al barrio de Ferrol Vello, contaba con la desaparecida iglesia parroquial de San Julián y el convento de San Francisco como lugares para enterrar a los muertos. La mayoría de los entierros se realizaban en la iglesia parroquial, lugar utilizado por la población más modesta, marineros, labradores y artesanos, mientras que una minoría escogida de comerciantes e hidalgos, por razones de prestigio y tradición, escogían San Francisco.

Cuando el año 1762 fue derribada la antigua iglesia parroquial de San Julián a causa de la construcción del foso del Arsenal Militar, los entierros se siguieron llevando a cabo en el convento de San Francisco, mientras que el hospital de la Magdalena disponía un pequeño recinto para enterrar a los enfermos y al personal residente en el barrio.

El año 1787 el rey Carlos III promulgó una Real Cédula prohibiendo los entierros intramuros de las ciudades, por razones de salubridad, al tiempo que ordenaba la construcción de cementerios “ventilados” en las afueras de las poblaciones. Siendo rey Carlos IV, el año 1804 dicha Cédula fue complementada por varias Circulares, remitidas a los regidores de las urbes más importantes de la nación, entre ellos el Gobernador de las Villas de Ferrol y A Graña.

Año 1787. Real Cédula sobre entierros y cementerios


EL CEMENTERIO MUNICIPAL DE CANIDO

El año 1775 el Ayuntamiento de Ferrol compró un terreno de 1650 m2 en el lugar de O Bacelar, barrio de Canido, por 3.300 reales. Allí se formó un sencillo cementerio de forma trapezoidal, cerrado con un muro, con puerta de acceso abierta al  norte, disponiendo de 1625 sepulturas de adultos y 27 de niños, situado en las entonces afueras de la urbe y siendo independiente de la iglesia parroquial.

Se construyó así en Ferrol el primer cementerio gallego situado fuera del núcleo urbano, puesto además en función antes de la citada Real Cédula del año 1787. Entre las razones de ello estaban el rápido crecimiento de una población de aluvión, la conversión de Ferrol en un puerto militar con la posibilidad de llegada de epidemias y enfermedades infecciosas por vía marítima, y la mentalidad higienista ilustrada bajo la que se edificó la urbe. De esta forma, Ferrol contó con el cementerio municipal de mayor antigüedad de Galicia y uno de los más antiguos de España.

Plano del recinto original del Cementerio de Canido. Año 1775

 

LA EVOLUCIÓN DEL CEMENTERIO DE CANIDO

El lugar donde se construyó  el cementerio se encontraba en la parte alta de Ferrol. No fue fácil lograr que los entierros se realizasen en un lugar alejado del centro de la población, carente además en principio de elementos simbólicos de carácter sagrado como una capilla. A pesar de la resistencia de los vecinos y del propio clero para el uso del cementerio de Canido, el temor a las frecuentes epidemias de cólera hizo que en abril del año 1801 el Gobernador Político y Militar de Ferrol, Diego Martínez de Córdoba y Contador, publicase un edicto prohibiendo los entierros en las iglesias de la localidad y obligando a sepultar los cadáveres en el nuevo cementerio.

Tras una serie de obras de ampliación, el año 1808, el cementerio de Canido quedó formado por un recinto trapezoidal de unos 5000 metros cuadrados de superficie, orientado a los cuatro vientos y totalmente rodeado de una alta tapia.  Se dictaron además una serie de normas para prohibir el depósito de los cadáveres en las casas y en las iglesias; tenían que ser llevados directamente al cementerio, una norma que normalmente no se cumplía.

Capilla del cementerio de Canido. Recreación de X.X. Braxe


El año 1810 se construye una calzada que lleva al cementerio desde la Puerta de Canido. El año 1825 se prolongó la calle San Eugenio (hoy calle de A Coruña), conocida popularmente como calle de los Muertos, hasta la calle Alegre, para conducir los entierros desde la iglesia de San Julián, entonces la única parroquia ferrolana. Hasta el año 1834 se realizaban las exequias de cuerpo presente en los templos, acompañando luego el cortejo fúnebre a los cadáveres descubiertos hasta el camposanto.

Ese año 1834, debido a sufrir la ciudad una nueva epidemia de cólera morbo, el Concello acordó que los fallecidos fuesen llevados en ataúdes cerrados directamente desde sus domicilios hasta el cementerio, realizando posteriormente el funeral en la iglesia parroquial. El año 1853 se estableció un sistema de carrozas fúnebres para el traslado de los cadáveres al cementerio de Canido, aunque las familias que así lo quisiesen podían seguir llevando a hombros los ataúdes.

Tanto el interior del cementerio como el terreno circundante fueron arbolados a mediados del siglo XIX con sauces y cipreses, contribuyendo de esta manera a la severidad propia del lugar. El camposanto fue sometido a varias ampliaciones entre los años 1860 y 1910, construyéndose nuevos osarios y nichos, quedando conformado como un amplio cuadrángulo de unos 9000 m2. De esta forma el cementerio de Canido quedó organizado de un modo racional, reflejando las nuevas ideas de la Ilustración y la sobriedad y academicismo que propugnaba el clasicismo.

En el medio del lienzo norte se levantó una capilla de estilo neoclásico cuyo amplio pórtico de entrada servía de acceso al cementerio y se remataba con un ático dotado de una gran cruz de piedra. La capilla fue obra del año 1807 del arquitecto Miguel Ángel de Uría, y el retablo del altar mayor, obra del maestro ebanista Miguel Vilariño, fue decorado en su calle central con un excelente cuadro de buenas proporciones pintado el año 1816 por Agustín Robles, titulado “La Unción y Entierro  de Cristo”.

El Descendimiento de Cristo. Agustín de Robles


EL CEMENTERIO CIVIL

El año 1875 se inició la construcción de un cementerio civil, conocido en la nomenclatura de la época como cementerio de disidentes o anticatólicos, aislando con una pared de pizarra y una reja de entrada un espacio situado a la entrada del camposanto. Además de la existencia de personas que no profesaban la religión católica o disponían ser enterrados “sin intervención de secta religiosa alguna”, se tuvo en cuenta el elevado número de trabajadores extranjeros, especialmente ingleses, de confesión protestante que en aquella época residían en Ferrol.

 

Construcción del cementerio para anticatólicos (Sic). Año 1875

Esquela de un librepensador. Archivo Municipal de Ferrol

 

EL TRASLADO DE RESTOS AL NUEVO CEMENTERIO DE CATABOIS

La escasez de espacio del cementerio de Canido y su poco adecuado emplazamiento, denunciados desde principios del siglo XX, motivó  que el año 1937, bajo la Alcaldía de Vázquez Permuy, se acordase la necesaria expropiación de terrenos en el lugar de Catabois de Arriba para construir un nuevo cementerio. En agosto de 1940 el Ayuntamiento de Ferrol adjudicó las obras para la construcción del actual cementerio municipal, bajo la dirección de los arquitectos Nemesio López y Rafael Fernández Huidobro, siendo inaugurado en julio de 1945 por el alcalde Eduardo Ballester, con un coste superior a los dos millones de pesetas.

Desde la inauguración del cementerio de Catabois se dejó de enterrar a los muertos en el cementerio de Canido de forma paulatina, hasta que quedó clausurado el año 1948. Desde ese año 1948 se comenzó a realizar el traslado de restos funerarios desde Canido al cementerio de Catabois en un proceso que duró casi veinte años, llevándose a  cabo el levantamiento y el traslado de cadáveres al nuevo cementerio de forma muy poco cuidadosa y sin el debido control por parte del Ayuntamiento y de la Iglesia, quedando numerosos restos sin trasladar, perdiéndose muchos de los cadáveres de personas allí enterradas, incluidos personajes ilustres de Ferrol, y desapareciendo muchas placas metálicas y de mármol de las tumbas allí existentes, en una página vergonzosa de la historia de Ferrol.

De los abundantes panteones que se levantaban en el cementerio de Canido, tan solo el monumental panteón de la familia Piñeyro, obra del arquitecto Gabriel Abreu, fue trasladado, piedra a piedra, al actual camposanto de Catabois. Antonio Piñeyro fue Hermano Mayor del Hospital de Caridad de Ferrol entre los años 1908 y 1922. En las ilustraciones se puede ver una antigua fotografía del panteón en la necrópolis de Canido y su instalación actual en el cementerio de Catabois.

 

                                                              Panteón de Antonio Piñeyro, año 1922

 Finalmente el viejo cementerio de Canido se cerró casi en coincidencia con la consagración de su capilla como iglesia parroquial de San Rosendo de Canido el año 1968, mientras que en el lugar ocupado por el antiguo cementerio se construyó el Instituto conocido por La Filial y hoy en día Instituto de Enseñanza Secundaria de Canido. 



Año 1945. Plano de Ferrol todavía con el cementerio de Canido


En el muro norte del cementerio de Canido, parte del cual todavía se conserva dando frente a la calle Navegantes, el año 2006 se colocó una placa en recuerdo de los militantes republicanos que fueron fusilados el año 1936 en las tapias del cementerio.

     

                                                                  Año 2006. Placa de recuerdo

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario